lunes, 21 de mayo de 2012

Sensory Awareness





Mi experiencia en un taller de Sensory Awareness

En 1990 mi terapeuta Betty Segrove me recomendó tomar el taller de Sensory Awareness en Barra de Navidad, Jalisco.


Llegué a Barra a medio día y en la tarde tendríamos nuestra primera reunión con Charles Brooks. El taller tuvo lugar en la azotea de un viejo hotel. La tarde era tibia y el sol suave ya estaba bajando. Charles era un hombre de edad, totalmente canoso y exento de toda afectación que vestía unas viejas bermudas. Los demás participantes formaban una rara mezcla para un taller en un pueblito costero mexicano medio olvidado en aquel tiempo; éramos unos pocos mexicanos y el resto venía desde Alemania, Canadá, Francia, Suiza y Estados Unidos. Había gente de todas las edades y complexiones. Un alemán muy joven era sacerdote católico. Usábamos el inglés porque era la única lengua común. Cuando la clase comenzó, Charles hizo una sugerencia que era considerar la posibilidad de que toda cosa que nos hubiera sido enseñada con anterioridad estuviera equivocada. Desde luego que esto me sonó bastante revolucionario.



Yo era gerente de control de calidad de una farmacéutica suiza, soberbio, acartonado, listo para descalificar cualquier cosa que se alejara de mis prejuicios intelectuales. Sin embargo, esta vez me abrí a las indicaciones de Charles y ahí estuvo la magia...

Más que indicaciones eran preguntas, sugerencias. Yo podía seguirlas o no seguirlas y a veces hice a sabiendas lo contrario de lo que él decía, como trabajar con una piedra grandota en vez de una chiquita, o cerrar los ojos cuando nos sugirió tenerlos abiertos, nomás por experimentar.

Los siguientes días la clase era a las 10 de la mañana y sólo duraba dos horas cada día. Qué poquito, ¿no? y además considerando que hacíamos unas cuantas cosas de lo más simples como estar de pié, sentarnos, acostarnos, mover tal o cual cosa. Yo hacía todo esto con la mayor parsimonia y no me daba trabajo pues cada movimiento estaba lleno de matices. Recorrer cada milímetro se transformaba en un viaje de descubrimiento. Todo esto era muy raro y muy nuevo para mi.

Todos nos fuimos transformando en los días siguientes. Las caras se fueron dulcificando. Tengo fotos donde no me reconozco. Yo que cuidaba mi expresión facial para las fotos con tal de no verme ridículo, ahora salía en las fotos con la cara de un buda bebiéndose un coctel margarita.

Después de clase cada quien agarraba camino. Yo recorría kilómetros hasta Melaque, a veces caminando por la playa con los ojos cerrados; también trepaba rocas, nadaba a solas, iba haciendo grupos escultóricos con piedras, conchas y palos sacados del mar. Alguien a quien nunca conocí empezó una especie de diálogo conmigo haciendo también esculturas en la playa. Guau... era buen artista plástico. Al regresar días después, nuestras obras ya habían desaparecido por acción del viento o de la marea. A veces me reunía con otros compañeros y comíamos juntos o íbamos a bailar. A mí me fascinaban las ciudades europeas, el arte y la sofisticación, todo lo que saliera en Time, la revista que más leía, pero este sencillo pueblito, que antes yo habría despreciado, se me iba desdoblando, multiplicando hasta el infinito.

Una vez me senté a la mesa en que Charles estaba desayunando y, a causa de mi nombre, Charles --ese señor que respiraba sencillez, comenzó a recitar algún poema de Virgilio. Yo le dije que no entendía el latín pero que sonaba bonito y él se disculpó sinceramente pues entendí que a veces su vasta cultura se asomaba sin querer. Charles era un escritor terso y sugerente, como pude apreciar en el libro con dedicatoria que recibí un mes después como un obsequio.

Yo me sentía feliz por tantas cosas que iba descubriendo, de modo que comencé a esconder leña debajo de unos arbustos en medio de una playa solitaria a lo largo de varios días y una tarde, después de clase, invité a los que quisieran, compré un gran pescado y cervezas y encendimos una fogata y asamos el pescado. Como yo era de natural taciturno y me costaba mucho dar cariño, regalos o cualquier cosa, esto era totalmente inédito. Comimos el pescado y después nos sentamos frente al mar sin pensamientos. Yo no sé qué percibió en mí una compañera gringuita que sólo puso suavemente una de sus manos en mi espalda. Yo comencé a llorar como niño en la compañía silenciosa de mis compañeros. Regresamos en la penumbra.

Como era una noche de luna, todos, incluyendo a Charles y a Charlotte, tomamos unas lanchas y salimos a la laguna, silenciosa y quieta. Comenzamos a cantar. Erna, una compañera alemana, nos enseñó un canon: "Abendstille überall", --el silencio de la noche está por todas partes.

Yo tomé el taller con Charles, él tenía setenta y tantos años. Charlotte, su mujer, tenía más de noventa y en los días siguientes daba la clase a los veteranos que habían tomado más de un taller. Yo no me quedé al curso de Charlotte, pero pude saludarla en varias ocasiones. Ella era inusitadamente sencilla y expresaba un placer tan directo y libre de solo verte que era demasiado para mi. Yo no sabía cómo ser sencillo y directo.

Al regresar a México pude comprobar, como les había sucedido a otros amigos, que pasaban meses para acomodarme de nuevo a tanta profusión de excitaciones, al tráfico, a los saludos excesivamente efusivos, a las lociones y perfumes de la gente. Todo era demasiado estruendoso y distractor.

En los años siguientes al taller y aún ahora, diecinueve años después, sigo encontrando conexiones de cosas que sucedieron allí y sigo aprendiendo de mi cuerpo y de mi conciencia. De hecho en varias ocasiones he tenido la sensación de que viví ese taller como una recapitulación no verbal de mi vida, tanto de lo que conocía como de lo que ni siquiera me imaginaba; de la historia, pero también del potencial.

Seguramente que Charles percibió apertura en mí o alguna transformación porque me hizo la invitación a seguir a California estudiando con ellos, pero yo tenía a mis hijos, a mi matrimonio, a mi trabajo. También tenía mi cobardía y mi falta de imaginación, así que no tomé su invitación. Sin embargo ahora, después de que mis hijos ya son adultos, que mi matrimonio ya no existe y que ya estudié Psicoterapia Corporal Integrativa, decidí que ahora sí podía dar un viraje definitivo a mi vida y convertirme en terapeuta, y además tengo los arrestos para hacer algo por compartir Sensory Awareness a la que percibo como una herramienta extremadamente sencilla pero poderosa que ha tenido influencia en nuestro país y en el mundo. Digo esto porque, aunque las personas que recién se enteran de él lo toman por una novedad, el trabajo de Charlotte (y de su maestra, Elsa Gindler) en realidad ha tenido una influencia importante en muchos terapeutas del mundo, entre ellos Erich Fromm y Fritz Perls y muchos otros (Eva Reich afirmaba que su padre fue influenciado por el trabajo de Gindler a través de Elsa Lindenberg, su segunda mujer). En nuestro país, la influencia ha sido a través de algunos discípulos que dejó Fromm en México y sus pacientes.

Ya Charles nos decía "esto no es una terapia". Sin embargo tuvo un efecto definitivo en mi proceso (ahora me doy cuenta de que por mi estructura de carácter fue perfecto que mi terapeuta de aquellos tiempos me enviara al taller) y estuvo entre las cosas que me prepararon para estudiar PCI y me ayudó muchísimo cuando tomaba TaiChi, y para la natación que practico actualmente. De hecho utilizo cosas que descubrí en Sensory Awareness en las clases de Movimiento y Conciencia Corporal que estoy dando, de manera que me permito recomendarles mucho a Uds. esta delicada pero poderosa herramienta y que se la recomienden a sus pacientes que necesiten aumentar o afinar el contacto de su mente-cuerpo.

Cuando regresé de Barra, hice algunos experimentos con mis hijos, pequeños en aquel tiempo, y fue muy sorprendente para mí pues, aunque esos experimentos tenían mucha afinidad con la meditación, fueron aceptados con gusto por esos niños juguetones que además quedaban fascinados. "Papi, ¿me levantas otra vez la pierna?".

También con mi madre anciana tuve oportunidad de hacer experimentos de Sensory Awareness. Ella tenía fuertes dificultades auditivas y era muy nerviosa, tensa y desconfiada. Era muy frustrante tratar de comunicarnos verbalmente, siempre había malentendidos y conflictos. Sin embargo, en estos experimentos logró relajarse y llegar a un estado de bienestar y me agradeció mucho por "esas curaciones que me hiciste". Para mí también fue una revelación porque pude darme cuenta en forma muy viva de la naturaleza y localización de sus dolores así como también de la capacidad de reposo que podía tener y me dejó un sentimiento compasión hacia ella que yo no conocía. De hecho pudimos comunicarnos sin palabras.

Hace poco, un padre carmelita descalzo que leyó esta reseña me dijo: "Suena muy bonito, muy sanjuanista; es como partir de cero". Yo estoy de acuerdo. Lo curioso es que, en mi caso, el cero me acercó al infinito.Virgilio Chávez




Notas:

1El libro es Brooks, Charles V.W. Sensory Awareness, The Rediscovery of Experiencing Through Workshops with Charlotte Selver. Felix Morrow. 1986


Tengo entendido que este libro está agotado actualmente aunque se está preparando una nueva edición. También hay una versión en español en el Fondo de Cultura Económica.


Siguen algunos comentarios al libro:


"Conozco el trabajo de Charlotte Selver pues he estudiado con ella a lo largo de varios años, lo cual he encontrado de gran ayuda. Considero los principios que dan sustento al libro de gran significado para el desarrollo pleno de la personalidad."

Erich Fromm


"En mi opinión, este es el único libro auténtico sobre la conciencia. Lo he estado recomendando a todos los miembros de mis seminarios. Merece la mayor difusión posible y estudio para los que están trabajando en el desarrollo del ser humano"


Virginia Satir


"Charlotte Selver transmite la sensación viva de algunas cosas que yo trato de transmitir con palabras, sobre todo la relación orgánica del hombre con el mundo y la naturaleza"

Alan Watts


Algunos datos:

"Cuando Fritz Perls, que estaba entonces desarrollando la Terapia Gestalt, llegó de Sudáfrica, visitó a Fromm. Al oír que Perls estaba interesado en las manifestaciones físicas de trastornos psicológicos, Fromm le dijo: "Tienes qué conocer a Charlotte Selver." Perls llegó a un curso, y luego fue a estudiar con ella en privado durante aproximadamente un año y medio. Mucho de lo que aprendió lo incorporó a su propio trabajo".


"Charlotte fue invitada a Cuernavaca a presentar su trabajo en la conferencia de Daisetz Suzuki-Erich Fromm sobre Budismo Zen y Psicoanálisis en 1957 bajo los auspicios de la UNAM. En 1959 regresó a México a dar el curso "Sensory Awareness, Non-verbal Experience and Communication" a estudiantes y maestros del departamento de Psicología Médica y Salud Mental. Esto fue el inicio de las conexiones de Charlotte con México a donde regresó año con año a dar talleres en Barra de Navidad a estudiantes que venían de todo el mundo."

Charles murió en 1991. Charlotte siguió trabajando hasta la edad de 102 años y murió en 2003.


Las clases y talleres de Sensory Awareness son impartidos en varias ciudades de México por la M. en Ps. Mercedes López, quien estudió con Charlotte por más de veinte años. Ella es una guía deliciosa y es mi propia maestra.


Si estás interesado en las clases y talleres de Sensory Awareness por favor escribe a psicoterapia_vch@yahoo.com o haz clic aquí.